"Y como se que te gusta el arroz con leche, por debajo la puerta te meto un ladrillo" Sabiduria Popular

21 octubre 2009

Textos...

Hoy un texto que he leido en La Nueva España digital mientras desayunaba...

Si trabajo y si no trabajo

En Japón, que tiene tasas de paro muy bajas pero crecientes, los desempleados se suicidan para escapar de la vergüenza de la exclusión social y eso da empleo a los recogedores de cadáveres. Ya le pasaba al «ronin», el samurái sin amo, que erraba sin honra. Desde enero se ha suicidado un 15 por ciento más de nipones, y ya venían de cifras altas, que después de los rusos son los que más se matan.


«Me matan si no trabajo y si trabajo me matan», cantaba el uruguayo Daniel Viglietti antes de que todo se privatizara y se individualizara y la canción haya pasado a ser «me mato si no trabajo y si trabajo me mato». En Francia han defenestrado al número dos de France Télécom por el asunto de los suicidios en la empresa. Cuando saltó la noticia decían que estaba dentro de la proporción -¡hay una «ratio» entre número de empleados y número de suicidios!-, pero los sindicatos o los periódicos se han fijado en ese dato en esa empresa en ese país y ha pagado por ello el número dos, por supuesto. El número uno nunca paga y en este caso menos (y es lógico: a uno lo mata el general con su torpeza, pero le hace suicidarse el sargento, con sus voces, sus modales de cómitre y esa presencia molesta).

En España se avanza en el abuso y la prueba es que se puede llamar «hijo de puta» al jefe, según una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Podría ser que se considerase ese insulto «defensa propia», pero la realidad es que no se considera insulto. Si no agravia, ¿qué consuelo queda? El jefe puede incordiar lo que quiera y el subordinado no tiene capacidad de insultarlo ni cuando lo llama «hijo de puta» porque, según la sentencia, el término se ha devaluado. Lo siguiente será que se adopte ese trato como correcto y que -a tal señor, tal honor-, abolida la capacidad de insultar a los superiores jerárquicos, tengas que saludarle con un respetuoso: «Buenos días, hijo de puta», o incluso: «Hijo de la gran puta».

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